Empecé a ver LOST durante las vacaciones de hace dos veranos. Empecé por la segunda temporada, no teníamos tele y me enganché facilmente ya que lo llevábamos en el ordenador. Tuve que recuperar la primera temporada después del verano porque me faltaban datos así que me encontré viendo la tercera temporada y la primera a la vez hasta que me puse al día.
LOST es una de esas pocas series que impactan, que sorprendren, que no sabes por donde te van a salir, que juegan al despiste, que en cada capítulo dan otra vuelta de tuerca a la trama, en definitiva que te hacen estar deseando ver el próximo episodio.
Además del impactante principio, de los misterios (en algunas ocasiones desvelados temporadas después), de lo incomprensible (nunca estaba uno seguro de porque pasaban según que cosas), de lo increible (como podían estar tan estupendos después de los acontecimientos), el visionado de LOST ha sido una experiencia diferente en lo que a series se refiere.
Además no tenemos que olvidarnos de la tensión sexual no resuelta que se dió hasta casi al final que nos ha mantenido, al algunos, en vilo. Siendo una serie donde las relaciones románticas no han sido el centro absoluto, el amor y los sentimientos han sido parte importante del desenlace.
El final de LOST me ha dejado un poco plof. En parte porque lo echaremos de menos y en parte porque el final de LOST ha sido muy LOST, es decir, abierto y dado a multiples interpretaciones. ¿Qué otra cosa cabía esperar?
De todas formas puedo decir que pese a todo a mi me va valido la pena sobre todo por ver como al fin Kate le decía a Jack que le quería.