Ayer fue un día emocionante. Con ello me refiero a que a lo largo del día sufrí distintas emociones que por muy diferentes razones hicieron que las lágrimas acudieran a mis ojos.
Por la mañana pude ver el ejercicio que otorgó a nuestras participantes de natación sincronizada la medalla de plata en las olimpiadas. De verdad que la entrega de premios fué emocionante, creo que hacía tiempo que no había visto a nadie tan contento al recoger un trofeo. Después de tantos esfuerzos y de quedar a las puertas en las anteriores olimpiadas lo han conseguido, un buen colofón para Gemma Mengual que se despide así de las competiciones olímpicas.
Pero por la tarde la alegria se tiñó de negro y las lágrimas volvieron a aparecer esta vez por el accidente de avión sufrido en Barajas y que inevitablemente trajó a mi memoria el que hace un año ocurrió en Sao Paulo y donde perdimos a Chris.
Ya se que por estadística el avión es el medio de transporte más seguro, pero también creo que debe ser el que más temores despierta. Conozco a muchas personas con reparos a la hora de subir a un avión y también conozco a otras que lo evitan todo lo que pueden y que no suben si no es estrictamente necesario.
Mi experiencia siempre ha sido buena, no tengo motivos para tener miedo a bordo de un avión, pero aún y así siempre lo pasó fatal. Una semana antes de coger un avión dejo de dormir bien y los nervios se me instalan en el estómago, no me impiden subir al avión pero si que me pongo bastante nerviosa y me paso días pensando en lo peor. Los nervios se apaciguan una vez el avión despega y desaparecen cuando aterrizan pero mientras los tengo estoy que no estoy.
Desde aquí queria felicitar por un lado a los deportistas españoles que de momento se han colgado una medalla pero sobretodo queria solidarizarme con todas las familias que han perdido a un ser querido en este terrible accidente.
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