Hoy Leire y yo hemos visto como se quemaba un piso.
Resulta paradójico que algo como el agua y el fuego, tan necesarios para la vida de los seres vivos, pueda en unos minutos arrebatar a las personas aquello que tantos esfuerzo ha costado conseguir.
Y que los demás asistamos impasibles e impotentes, sin poder hacer nada, sin poder ayudar, a la destrucción total. Lo más probable es que tarde o temprano la família se recupere de dicho golpe, o no, nunca se sabe los recursos de los que pueden disponer otras personas. Pero la visión del fuego saliendo por la ventana y la mujer al borde del ataque de nervios me ha hecho pensar en tantas injusticias a las que asistimos impasibles, a veces incómodos, pero casi siempre pasivos y por las que unicamente nos lamentamos sin hacer nada. Y me he sentido un poco miserable.
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