sábado, 29 de marzo de 2014

UN TROZO INVISIBLE DE ESTE MUNDO de Botto y Peris-Mencheta

Ayer por fín pude disfrutar de uno de mis regalos de Reyes. Y uno muy acertado. Me regalaron una entrada para ver Un trozo invisible de este mundo, una obra de teatro escrita e interpretada por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Peris-Mencheta. Ya podeís imaginar que Juan Diego Botto es una razón de peso para plantearse ver esta función pero si además viene precedida por buenas críticas pues mejor que mejor. 
Soy fan de Botto desde hace años, le sigo sobre todo con lo que hace en cine pero también me gusta mucho como se expresa y lo que dice y de lo que se queja y de como se queja así que una función compuesta por cinco monólogos, escritos por él, sobre la inmigración, el exilio y la crisis prometía. Y si todo eso lo ha escrito alguien con genes argentinos pues la verborrea esta garantizada, dicho desde el cariño más profundo a un artista con muchas tablas y una trayectoria más que admirable y que además tiene mucho que decir.
Los monólogos exponen situaciones de la más candente actualidad, contundentes y directos, no se anda por las ramas y meten el dedo en la llaga, nos presentan situaciones bastante dramáticas pero donde la ironía y el humor hacen acto de presencia constantemente quitando hierro al asunto que de otra forma es para ponerse a llorar. 
La maestría de la interpretación viene dada por la naturalidad y la agilidad de palabra, los pequeños gestos ilustrativos, una escenografia que no despista y una complicidad con el espectador que en lo convierte en complice de la trama, para suerte o no, de aquel que le toque interactuar. En algunos momentos el espectador se siente tan expuesto que incluso pierde el anonimato, para alguien como yo que admira mucho a los actores pero que peca de excesiva vergüenza la situación es contradictoria, por un lado el actor se hace cercano al espectador pero por otro uno nunca tiene la seguridad de dejar de ser uno más, pero para alguien que no tenga miedo escénico eso puede ser un aliciente más que positivo.Así que un consejo, si eres de los míos no te situes en las primeras filas ni cerca del pasillo.
En conclusión es una obra muy recomendable, escrita por un actor que siempre ha demostrado tener muchas inquietudes y que no ha tenido miedo de expresarlas, un tipo que ha ido creciendo con productos interesantes y que se ha hecho un hueco en el panorama artístico de este país gracias a su buen hacer.
Y por último una curiosidad: a la salida vi a Juan Antonio Bayona, lo que me hacer creer aún más en eso de los seis grados de separación.

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