RECUERDOS FRESCOS

Cuando algún amigo o familiar se marcha de viaje y decide traernos algún recuerdo puede estar seguro que con nada me hará más feliz que con una postal o un imán para la nevera. Con ellos voy acumulando recuerdos, recuerdos de los lugares que he visitado y recuerdos de los lugares que algún día visitaré, o no.

Viajar es una de las cosas que me gusta más hacer. Pero, es curioso, cuando se acerca la fecha de partida de algún viaje, en mi interior se empiezan a encontrar una serie de sentimientos que me hacen el momento de la marcha un poco difícil. Sí, ya se que he dicho que viajar es una de las cosas que más me gusta hacer pero no puedo evitar sentir un poco de añoranza por lo que dejo en casa, aunque solo sea por una semana o quince días, es una sensación extraña como si creyera que ya no voy a volver, y ni os explico lo nerviosa que me pongo cuando el viaje lo hemos de hacer en avión, los días previos són un poco angustiantes, suerte que pronto se me para y cuando estoy en un lugar nuevo intento disfrutar a tope y guardar lo mejor que puedo todos los momentos vividos y retener en mi retina todos los lugares visitados.

Muchos són los lugares que he podido conocer y muchos los que aún me quedan, de todos ellos tengo bonitos recuerdos y de todos ellos intento no olvidarme. Y la nevera de mi casa me recuerda cada día que en algún momento estuve en esos lugares y que vivi momentos irrepetibles y que quizás volveré pero que no lo volveré a vivir de la misma manera, porque cada viaje es diferente, único y como tales se han de guardar en la memoria. Porque viajar es una de las mejores cosas que puede hacer una persona porque ayudan a crecer a madurar y a abrir la mente a realidades diferentes y en definitiva a hacernos más tolerantes.